Analizamos que está pasando con las abejas, ya que la población de estos insectos en el mundo está disminuyendo a pasos agigantados por la apuesta por los monocultivos y el uso de plaguicidas, fertilizantes artificiales y pesticidas, además de los parásitos que afectan a estos insectos como la varroa.
Sin abejas el proceso polinizador sufriría una fuerte estocada y eso afectaría a los cultivos frutas, verduras y hortalizas. Los seres humanos tenemos en nuestra mano frenar este drama
“Si las abejas desaparecieran de la superficie de la tierra, al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida. Sin abejas no hay polinización, ni plantas, ni animales, ni hombres”.
Muchos habrán leído esta frase atribuida al genial físico alemán Albert Einstein. Lo cierto es que nadie ha podido demostrar que él la dijo, pues no hay constancia escrita de tal hecho. La pronunciara o no, lo cierto es que se trata de una verdad absoluta. Y si atribuirla a Einstein consigue remover conciencias de lo que está pasando con las abejas, bienvenido sea.
No hace falta tener la privilegiada inteligencia del autor de la teoría de la relatividad para concluir que sin abejas el proceso de polinización no sería tan eficiente y, por ende, el ser humano se quedaría sin algunas especies de verduras, frutas y hortalizas que se consumen en la actualidad.
Es cierto que hay otros insectos y aves polinizadoras, así como el propio viento, pero está demostrado que las abejas son las que mejor realizan este trabajo. En el post relativo a la importancia de las abejas explicamos con profundidad el porqué tienen un papel fundamental para la vida. Por ello vamos a intentar responder a la pregunta que está pasando con las abejas y de por qué se están extinguiendo las abejas.
Ese es uno de los retos al que nos enfrentamos los humanos y del que aún no son conscientes muchas personas. Estos insectos están desapareciendo progresivamente y lo peor de todo es que las causas de este drama son muchas y variadas. Al mismo tiempo, hay que lanzar un mensaje de esperanza, porque cada ciudadano de este mundo puede aportar de una forma sencilla y barata su granito de arena para que las abejas puedan seguir desarrollando su labor.
¿Qué está pasando con las abejas?
En el planeta hay alrededor de 20.000 especies de abejas que se encargaran de realizar la polinización de un sinfín de flores y plantas silvestres, pero también de los cultivos que el ser humano necesita para su supervivencia. Nosotros nos solemos fijar más en las abejas melíferas, las que nos proporcionan la maravillosa miel y generan una mayor atracción por su forma de organizarse y trabajar.
Pero lo cierto es que todas las especies juegan un papel fundamental y también todas ellas se encuentran amenazadas.
Las cifras son demoledoras. Según la prestigiosa entomóloga estadounidense Marla Spivak, profesora de la Universidad de Minnesota y una de las expertas sobre las abejas más reconocidas, la desaparición de estos insectos desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días ha sido vertiginosa.
En la actualidad hay la mitad de abejas que en 1945 y eso se traduce en dos millones menos sólo de la especie melífera.
Esos números se están repitiendo en el Viejo Continente, donde la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria también ha alertado de que nos enfrentamos a la posible extinción de las abejas por la disminución anormal de su población en las últimas dos décadas.
¿Porqué se están extinguiendo las abejas?
Una de las circunstancias más preocupantes de esta realidad es que las razones de que las abejas estén desapareciendo son numerosas. Marla Spivak ha diagnosticada varias causas que están influyendo de manera decisiva.
Por un lado está la reducción de las plantaciones de alfalfa y trébol. Este hecho puede parecer anecdótico, pero no lo es cuando se explica que estos dos cultivos actúan como fertilizantes naturales que ayudan a fijar el nitrógeno en el suelo. Sin ellos hay que recurrir a los fertilizantes artificiales y aquí se produce una doble puñalada para las abejas.
Por un lado porque estos productos son dañinos para ellas y, por otro, porque la alfalfa y el trébol les aportan un alto valor nutritivo.
A este cóctel mortal para las abejas, hay que añadirle el uso de herbicidas en la agricultura que está matando a muchas flores silvestres que, aunque aparentemente no aportan nada al ser humano, son clave en la supervivencia de estos insectos.
Los monocultivos tampoco están ayudando nada. Donde existía una gran diversificación de plantaciones, ahora sólo vemos grandes extensiones de terrenos en los que se siembra maíz o soja. Es lo que Marla Spivak llama “desiertos agrícolas” o “desiertos alimenticios”. En definitiva, hemos dejado de lado la variedad propiciando paisajes sin flores y eso da otro pasito para que las abejas estén en peligro de extinción.
Una cosa lleva a la otra, porque los monocultivos son más propensos a sufrir plagas. Para combatirlas se usan plaguicidas y pesticidas, otros enemigos de las abejas por contener neonicotinoides, un tipo de insecticida que ataca su sistema nervioso central y provoca el colapso de las colonias apícolas.
Las abejas que no mueren, llevan estos agentes dañinos a sus colmenas, por lo que al final acaban contaminando también a los seres humanos.
Por si fuera poco, las abejas también tienen sus propias enfermedades de parásitos como nos ocurre a los seres humanos. Una de ellas es la varroa, un ácaro que se pega a la abeja y que puede destruir colmenas enteras. Asimismo sufren la voracidad de depredadores como la cada vez más peligrosa avispa asiática.
Salvemos a las abejas
Aunque al preguntarnos y encontrar la información sobre que está pasando con las abejas, el panorama pueda parecer desolador y requiera actuaciones muy ambiciosas, la parte positiva es que cualquier persona a título individual puede poner su granito de arena para ayudar a salvar a las abejas.
Organizaciones como Greenpeace, National Geographic y expertos como la propia Marla Spivak, intentan concienciar a la población de que un pequeño gesto puede ser muy importante para la supervivencia de las abejas. Esta acción consiste en plantar flores autóctonas de la zona en la que cada uno viva. Lo pueden hacer en sus patios, jardines, parques, zonas verdes… También lo deben llevar a cabo los agricultores alrededor de sus cultivos tradicionales.
El objetivo es aumentar la variedad y la cantidad de flores y que las abejas tenga sustento y pueden realizar su labor polinizadora. Aún estamos a tiempo y debemos reaccionar antes de que sea demasiado tarde.
4 respuestas
muy bueno el tema sobre la miel de abejas
Muchas gracias Jose Luis! nos alegra que te haya gustado. Feliz Lunes!
Yo pase una experiencia que consistía en plantar un pepino y floreció pero nunca dio fruto, claro vivo en una ciudad que es posible ya no llegan las abajas (creo que por diversos: contaminación, celulares, ruido etc ).